Nos preguntan en todas partes, todos los días, cada que conocemos a alguien nuevo, cada que alguien nos encuentra por Instagram o Facebook o llega por primera vez a este blog. Cada que le contamos a otro que llevamos cinco años viajando por el mundo sin tener que regresar a la oficina a ganar más para poder seguir gastando, el tema de conversación es invariable.

  • ¿De qué viven los viajeros? ¿Ustedes de qué viven? ¿De dónde sacan plata para viajar? ¿Son millonarios?

Ahora que estamos lanzando nuestro taller ONLINE de fotografía de viajes MIRADAS VIAJERAS  hemos decidido también contarles cómo hemos llegado hasta este punto. Ha sido un camino largo y difícil, pero vaya que ha valido la pena cada segundo invertido.

Parece que no existe una explicación perfecta que satisfaga al curioso. La cuadrícula mental del sistema no diseñó un espacio para entender que exista gente que no empeña su máxima energía vital en generar dinero, sino en vivir su vida, en cumplir sus sueños.

Cuando renuncié a mi trabajo la primera pregunta que me hizo mi jefe fue ¿contame para dónde te vas, cuánto te ofrecieron? A Lina el papá le dijo sin filtros que estaba loca. Loca por dejar un trabajo estable, por frenar en seco su escalada como ejecutiva en una organización reconocida y renunciar a un buen salario por irse a cumplir dizque un sueño; vaya tontería.

Todos los que nos preguntan la fuente de nuestros ingresos se muestran ansiosos como quien como está a punto de conocer la receta de la eterna juventud. Algunos dejan percibir la vergüenza que les produce no entender cómo es posible que podamos haber sobrevivido cinco años recorriendo el mundo sin tener las mochilas llenas de billetes y otros simplemente no le dan crédito a lo que contamos. Siempre hay algo que lo hace parecer imposible, irreal. Mentira.

Nos gusta mucho la sinceridad de las reacciones de la gente, que casi siempre terminan con bocas abiertas de incrédulos, o en respuestas francas que niegan su capacidad de hacer algo semejante y, al contrario, se declaran felices trabajando todo el año para pasear quince días en un resort con la familia. También perdimos la cuenta de cuántos potenciales mochileros nos hemos topado en el camino que han visto frustrados sus sueños viajeros por no estar llenos de plata para pagar cada necesidad que el camino les vaya a poner en frente.

Pero la  mejor parte de cada escena es recordarnos a nosotros mismos en cada pregunta, en cada cara asombrada. Todas esas personas que disparan interrogantes a discreción no son más que el espejo de nuestro pasado curioso cuando, desde la silla de la oficina, veíamos incrédulos los viajes de otros que se habían aventado al vacío de un futuro incierto en los caminos del mundo, cuando caminábamos por la cuerda floja de la incertidumbre: perseguir nuestro sueño ya mismo o empeñar la vida ahorrando y esperando la pensión.

Debemos decirte entonces que no importa cuál sea la forma en que un viajero de largo aliento sostenga su estilo de vida: de cualquier forma debe generar recursos en el camino para avanzar un paso más. Claro, aplica condiciones y restricciones. Vaya uno a saber qué millonario ande por allí gastando una herencia o pasando la tarjeta de crédito de papá en cada datáfono. Pero como ese no es nuestro caso, y tal vez no sea el tuyo, te vamos a explicar cómo es este proceso de vivir viajando sin empeñarle el alma a los bancos ni morir de hambre en el intento.

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¿De qué viven los viajeros?

No es sólo ganar dinero

Mucho cuidado, para entender de qué viven los viajeros no basta con explicar todas las maromas que hacemos para conseguir algo de dinero en el camino. Recuerda que esta vida que llevamos es sin ánimo de lucro pero con muchos ánimos de vida. Así que a partir de aquí abre la mente y trata de pararte afuera de la cuadrícula del sistema financiero que solo nos ve como objetos productivos, como máquinas de hacer y gastar dinero.

Aquí, en este nado a contra corriente, la estructura financiera y la relación con el billete funciona muy diferente.

¿Será posible viajar a un país que no existe? Bienvenidos a Trasnistria

  • Vivir viajando no es lo mismo que vivir vacaciones

Este es el error más frecuente con el que nos topamos a la hora de tener que responder a la pregunta ¿de qué viven los viajeros? Mucha gente que conocemos o que nos escribe por redes, deja adivinar su envidia al pensar que vivimos de resort en resort, agitando cocteles con una sombrillita a la orilla de una playa de arena blanca y con un menú de delicias siempre esperando por nuestras panzas hambrientas. Si acaso tus expectativas de una vida viajera se basan en los folletos turísticos que han pasado por tus manos, pues un buen primer paso sería bajarte de esa nube. La vida idealizada a bordo de un crucero y pidiendo servicio a la habitación ha deformado la imagen del viaje eterno y la ha convertido en una utopía inalcanzable. En lugar de eso te vas a encontrar comiendo en andenes, durmiendo en carpas y aceptando invitaciones inverosímiles a vivir aventuras cual más más loca y barata.

Claro que una cosa no anula del todo la otra. Viajando hemos vivido más días de lujo y hemos hecho más planes increíbles de los que hubiésemos podido pagar  con nuestro salario de empleados. Como la vez que fuimos invitados por un millonario holandés a pasear por sus islas, el día que hice mi curso de buzo de aguas abiertas en Panamá, o cuando una aerolínea y el ministerio de turismo de México nos invitó a vivir como reyes en un hotel categoría 4 diamantes y a hacer un viaje maravillosos por la Riviera Maya. Pero nada de eso hubiese ocurrido si siguiéramos en la oficina.

Ya lo ves, el tema aquí es salir y arriesgarse.

Paciencia, prometemos más adelante contarte cómo carajos es que hacemos para ganar dinero en el camino, y además te contaremos algunas ideas comprobadas por nosotros mismos sobre cómo otros viajeros hacen para mantenerse años en la ruta. Pero primero te vamos a explicar paso a paso este entramado de posibilidades que sobrepasan el hecho de andar con los bolsillos llenos de plata para pagar cada cosa que el viaje requiera.

  • Viajar sale más barato que quedarse en casa

Cuesta mucho creerlo, de hecho suena ridículo, pero es cierto. Viajando tenemos una relación minimalista con el dinero. No nos preocupamos en absoluto por pagar la renta, no renovamos el vestuario a no ser que cambiemos de estación, no pensamos en la factura de los servicios públicos no nos agobia eso de no tener con qué llegar a fin de mes. No compramos regalos ni suvenires porque no tenemos dónde cargarlos.

Generamos recursos a medida que nos vamos moviendo, hacemos que el dinero aparezca según nuestras necesidades que casi siempre son las mismas: comer, dormir y desplazarnos. Algunas de ellas las reducimos a cero: nos alojamos con personas locales y viajamos a dedo. Claro, hay gastos adicionales como visas, implementos de aseo, medicinas ocasionales y entradas a lugares y eventos de interés, pero para eso utilizamos nuestras habilidades lo mejor que podemos; generamos dinero a la medida de cada necesidad. Ya te contaremos de eso más adelante. En resumen, no le debemos un solo centavo al banco, no nos preocupamos por las cuotas y hacemos que nuestros talentos sean la fuente de ingresos para nuestro sueño y no para engordarle el bolsillo a un jefe que tarde o temprano nos va a correr la butaca.

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  • Apagar un bombillo ajeno al final de cada noche

¿Has estado alguna noche en la parte alta de una ciudad, mirando esos millones de bombillitos que la iluminan? Cuando nosotros empezamos a soñar con viajar pensábamos que, en cada ciudad a la que llegáramos, la hospitalidad del mundo iba a hacer posible que fuéramos nosotros los que apagáramos uno de esos bombillitos cada noche antes de irnos a dormir. Sabíamos que funcionaba, porque antes de viajar habíamos recibido viajeros en nuestra casa completamente gratis, con la única intención de formar parte de su aventura y hacerlos parte de nuestras vidas; de intercambiar culturas y aprender de sus historias.

Perdimos la cuenta de cuántos viajeros alojamos, les dimos amistad, cama, comida, jabón y shampoo, detergente para la ropa y, en la medida de nuestras posibilidades, paseos. Pues ha sido eso exactamente lo que hemos recibido durante estos cinco años viajando por el mundo: hemos sido adoptados por la hospitalidad de personas y familias como dos miembros más de sus hogares.

Los primeros dos años viajamos en carro, ya lo sabrán si han seguido este blog desde su inicio. Cuando no había lugar donde apagar el bombillo, dormíamos dentro de La Jebi, nuestra Renault Kangoo adaptada como casa. Parábamos en los bomberos, estaciones de servicio, parqueaderos o frente a hostales que nos dejaban estacionar y nos prestaban la cocina, el baño y el wifi. Ahora que viajamos de mochileros, usamos Couchsurfing, la plataforma donde millones de personas en el mundo ofrecen alojamiento a viajeros del mundo que necesitan un lugar donde llegar. Así ahorramos en el rubro más alto del viaje, el hospedaje, al tiempo que hacemos amigos y aprendemos de la cultura de los pueblos en donde estamos.

¿De qué viven los viajeros?

  • Con el pulgar al aire

Viajar a dedo se ha convertido con el paso de los días en nuestra forma favorita de movernos. Como es obvio, estirar el dedo al aire en los caminos nos ha permitido movernos miles de kilómetros sin pagar un solo centavo y eso representa un ahorro importantísimo en el presupuesto viajero. Pero también ha sido un imán de historias maravillosas, gente increíble y amigos que han quedado para siempre. Cada carro, camión o camioneta se convierte en un aula de clases sobre ruedas, donde un conductor nos enseña algo sobre su país, nos abre su corazón y nos cuenta algo personal o nos da su opinión sobre el estado de las cosas en su sociedad. Ah, y no siendo poco, muchas veces nos salvan la comida del día en el camino.

¿Y los demás transportes? Pues cuando estamos en una ciudad nos movemos como los locales: trenes, buses, botes, tuk tuks o caminando. ¿Y para saltar el charco? Pues tomamos vuelos, pero buscamos los más baratos posibles. Por ejemplo, para llegar a Munich, Alemania, desde Colombia, hicimos una escala en Toronto, Canadá y otra en Frankfurt. Estuvimos casi 24 horas viajando y llegamos molidos, pero el precio fue mucho más barato que si hubiésemos comprado un vuelo directo.

 ➡ 💡 Aquí te contamos cómo enamorarte de Toronto en 10 horas.

Si claro, pero para comprar vuelos hay que pagarlos con dinero, estarás diciendo. Pues tranquilo, ya te vamos a explicar cómo es que hacemos que este viaje sea un proyecto autosostenible. Finalmente podrás encontrar una respuesta, o por lo menos entender un poco de qué viven los viajeros. Mientras tanto, sigamos.

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👍Viajar a dedo es fundirse en el camino, poner a girar la tómbola del destino rutero y esperar a que se detenga en la vida del próximo extraño que se arriesgue a pisar el freno . . . 🤗Es una terapia para la paciencia, bajo el 🌞sol o en medio del❄ frío. Un gimnasio para ejercitar la confianza y reducir el exceso de miedos. Un museo a cielo abierto y un aula de clases dentro de un 🚘carro donde se aprende historia, cultura, geografía, economía e idiomas. . . 👍Viajar a dedo va mucho más allá de la mirada miope de quien cree que se trata de pasear gratis. 👍Viajar a dedo es cazar experiencias de vida. . . Vayan a las #stories de hoy y vean todo lo que nos pasó para tomar esta 📸foto: esperar durante una hora en el lugar equivocado, tres 🚌buses en 10 km de ciudad, subir a un 🚘carro con una pareja que nos adelantó 60 km sin hablar ni una sola palabra pero pararon en el camino a comprarnos una caja de garbanzos secos. . . 👍Y luego volver a intentar. Y casi tirar la toalla por el cansancio: «lo que pare primero, un carro o un bus». Y paró un carro, con Alpi al volante, un tipazo re conversador en inglés, que nos invitó a 🍴desayuno turco en el camino -sí, desayuno a las 5pm-. Y nos 🤗cantó canciones de protesta turca y nos contó que teme a una guerra civil. Y nos invitó a su casa a dos horas de #Capadocia. . . 😍Y los paisajes desfilaron por la ventana, con cielos azules, montañas tapadas de nieve, rebaños de ovejas, atardecer dorado y un arcoiris que nos hubiésemos perdido durmiendo en un 🚌bus. . . Y empeñamos la promesa de vernos en su casa para tomar 🍻cerveza fría y fumar de su narguila en el balcón. . . 😝Las memorias de hoy nos van a repetir siempre que movernos así tendrá siempre activo el radar de experiencias viajeras. Y además esta📸 fotaza con esta belleza de 😳 viajera como para un calendario. . . 👉Nos gustaría leerlos: ¿Qué piensan ustedes sobre viajar a👍 dedo? ¿Les da miedo? ¿Lo han hecho? ¿Les gustaría? . . 🙏Ah, y no se vayan sin dar like por favor. Pasen un rato por el muro y den click en los ♥corazones de las 📸fotos que más les gusten. Es una muy buena forma de ayudarnos a seguir con este proyecto. . . #HastaMañana. . . #autostop

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– Barriga llena, bolsillo contento Comemos donde comen los locales, vamos a los mercados, siempre buscamos precios baratos y, sobre todo, tratamos de cocinar: allí el secreto para ahorrar en alimentación. Preferimos siempre un mercado a un restaurante lujoso. No nos mal entiendan, eso no quiere decir que rechacemos una comida fina y bien preparada en un lugar reluciente; por el contrario, nos encanta. Pero para eso siempre hay oportunidades, sobre todo cuando estamos en medio de trabajos (Spoiler alert: trabajamos cuando estamos viajando –Traviajamos-) o cuando la hospitalidad chasquea los dedos para darnos un trato VIP. Como cuando nos invitaron a comer en un hotel cinco estrellas en Cancún con cata de tequilas incluida.   💡 Lee aquí nuestra crónica de cuando vimos a The Rolling Stones dos veces en la misma semana en Ciudad de México.

Nuestro presupuesto   En promedio, nuestros gastos viajeros suman unos 20 dólares diarios por los dos, incluyendo TODO lo que aquí les hemos contado y una que otra cervecita de vez en cuando. Imposible vivir con esa cantidad estando quietos en la ciudad pagando alquiler, impuestos, servicios públicos, restaurantes y demás, ¿no les parece? ¿Ahora entienden por qué vivir viajando sale más barato que quedarse en casa? Nuestra relación cordial con el dinero nos hace sentir libres, felices y sin grandes preocupaciones. Casi siempre tenemos los bolsillos parcialmente vacíos y hacemos que el dinero aparezca en su medida justa para cumplir un sueño más.

Pirámides de Tikal, Guatemala.

Concierto de The Rolling Stones, ciudad de México.

 

 

 

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Vuelo en Globo en Capadoccia, Turquía.

¿Ven? Viajando de tiempo completo parece no haber nada imposible. ¿Se imaginan si hubiésemos ahorrado para vivir todo esto en 15 días de vacaciones al año?

Nuestro secreto para llegar a este punto ha sido ver al dinero como un elemento aliado que va y viene para ayudarnos a cumplir nuestro sueño viajero, y no como un factor cuya ausencia puede ser un impedimento para lograr nuestras metas. Nosotros no vivimos para conseguir dinero, vivimos para aprovechar la vida. Aquí el dinero no es un fin, es un medio.

  • ¿Y entonces, de qué viven los viajeros? ¿De qué vivimos nosotros?

Ahora este viaje se sostiene gracias a la venta de nuestro libro, nuestro taller de fotografía, y trabajos que logramos hacer con compañías que hoy confían en nuestro talento y experiencia de cinco años recorriendo el mundo e inspirando experiencias de vida.

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Pero si llegaste hasta aquí esperando encontrar la fórmula mágica para vivir viajando sin endeudarte, el ABC del mochilero eterno, lamentamos decepcionarte: tal cosa no existe. Ya habrás leído en este y tantos otros blogs que cada viaje es único e irrepetible, por lo tanto, cada viajero está llamado a encontrar su forma de lograrlo y hacer de su camino una experiencia tan larga como quiera. Pero sí existen aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de generar ingresos durante un viaje:

  • Debemos hacer uso de nuestros talentos, cuales quiera que sean.
  • No parar de generar ideas.
  • Confiar en nosotros mismos.
  • Perder el miedo a tocar puertas.
  • Nunca darnos por vencidos.
  • Abrir la mente para aprender cada vez más.
  • No esperar resultados inmediatos.

Nosotros iniciamos este viaje con un plan financiero a corto plazo y el convencimiento de que se  iba a llegar el momento de tomar acciones para poder seguir adelante, de lo contrario, tendríamos que regresar a casa y seguramente empeñar una vez más nuestro tiempo y nuestra energía vital en una oficina. Con las liquidaciones que nos quedaron al renunciar al trabajo, compramos la camioneta y para tener siempre un lugar dónde dormir y el restante lo guardamos para vivir los primeros meses y paliar la inexperiencia.

Creamos este blog que hoy estás leyendo como un proyecto de vida: desde cero, sin más lectores que familiares y amigos. Mucho esfuerzo y muchas horas de trabajo frente a la cámara y el computador para lograr hacerlo visible. Pero ojo, este blog no nos ha dado dinero para viajar; pero sí ha sido una vitrina a través de la cual mostramos nuestra pasión por lo que hacemos, la calidad de nuestro trabajo y las posibilidades que hay si alguien quiere trabajar con nosotros.

¿Te han dicho que tener un blog de viajes es facilísimo y que cualquiera puede hacerlo para recorrer el mundo de playa en playa?

Pues mucho cuidado. ➡ 💡 Aquí te contamos cómo es tener un blog de viajes, eso que parece tan fácil.

Primero en La Jebi, nuestro carro de Colombia a México

Ahora andamos con una mochila a cuestas

Uno no se queda con la billetera vacía de un día para otro. Así que, antes de que se acabaran nuestros ahorros, imprimimos nuestras fotografías en forma de postales y empezamos a venderlas en las calles, plazas, parques, restaurantes, playas y cualquier sitio con afluencia de turistas. Fue muy difícil cambiar el chip de recibir cada quincena un salario sólo marcando una clave en un cajero automático a tener que abordar a cada persona en las calles. Varias veces recibimos malos tratos y otras veces sorpresas maravillosas. Pero nunca bajamos los brazos.

Cuando eso ocurría escribimos esta nota, nos emociona mucho leerla, mirar hacia atrás y ver los inicios de todo esto.

Al mismo tiempo, hacíamos canjes de servicios por publicidad en el blog, cuyas visitas y seguidores en redes sociales aumentaron hasta hacerse atractivos para que empresas e instituciones del sector turístico de varios países dieran a conocer sus productos a través de nuestra experiencia.

Trabajamos día y noche para escribir y autopublicar nuestro libro  Renunciar y viajar, el trabajo donde brilla el sol. Nos endeudamos para hacerlo realidad y hemos trabajado sin descanso para hacerlo llegar a las mochilas, mesitas de noche y bibliotecas de almas soñadoras ávidas de inspiración para emprender su propia aventura.

¿Quieres leer el primer capítulo de nuestro libro COMPLETAMENTE GRATIS? Descárgalo aquí.

Hemos dado charlas en auditorios llenos de varios países, y realizado exposiciones fotográficas multitudinarias: no hemos parado un solo día en busca de mantener vivo nuestro sueño.

Sí, muy bonita historia, estarán diciendo. Pero y entonces, ¿yo cómo hago para vivir viajando? Pues quédate hasta el final, ya te vamos a contar.

  • ¿De qué viven los viajeros? ¿Cómo se puede vivir viajando?

No necesitas ser fotógrafo o escritor para vivir tu experiencia, recuerda que ya dijimos que no se trata de copiar lo que hacen otros. Para viajar por tiempo indefinido, y por qué no durante toda la vida, sólo hace falta hacer buen uso de nuestra creatividad y nuestros talentos. Ya lo dijimos más arriba pero aquí te vamos a poner ejemplos que nosotros mismos hemos atestiguado, tal vez con alguno de ellos te vas a sentir identificado.

Ganas, creatividad, ideas, tocar puertas, no rendirse y trabajar mucho por tu sueño, no lo olvides.

Seguro estarás pensando en los malabaristas que viste en el semáforo o en los hippies que te ofrecieron una pulsera en el camino. ¿Hablaste con alguno de ellos? ¿Te enteraste cuánto tiempo llevan en la ruta? ¿De donde partieron? ¿Qué experiencias han vivido? ¿Los juzgaste de alguna manera? Pues estas personas tuvieron que invertir mucho tiempo en aprender y perfeccionar su arte, porque el circo y las artesanías requieren paciencia y talento. Y por supuesto son una forma muy digna de ganarse la vida en el viaje.

Pero tal vez no te interesen este tipo de actividades. Entonces ojo al listado de personas que hemos conocido en todo este tiempo que hacen una y otra cosa para poder avanzar un poco más.

¿De qué viven los viajeros? Las respuestas pueden llegar a ser infinitas.

Profesores de idiomas: Siempre solicitados en academias y hostales. 

Profesores de baile: Haciendo esto nos moriríamos de hambre, pero tal vez tú tengas el ritmo en las venas. Pues toca las puertas de hostales y academias de baile ofreciendo tus servicios a cambio de algo de dinero, hospedaje o comida. Verás que algo resulta.

Instructores de buceo y surf: Temporadas altas en el mar siempre van a estar llenas de oportunidades.

Meseros: Sonreír, apuntar el pedido, recoger los platos y limpiar. No es algo que todos no hayamos hecho alguna vez en nuestra vida normal ¿verdad?

Cocineros: No es necesario ser un chef profesional. Si sabes cocinar algo rico vas a tener público que consuma tus productos en cualquier lugar del mundo; porque a todos nos gusta la comida y necesitamos comer. Las empanadas argentinas, los brownies o las hamburguesas vegetarianas, son las estrellas. Desempolva esa receta y sal a las calles a venderla.

Barman: ¿Sabes mezclar cocteles? Entonces tendrás oportunidades casi en cualquier lugar al que vayas. Incluso hemos conocido viajeros que cargan una nevera de icopor en la playa y preparan sus tragos de carpa en carpa.

Dibujante: Si sabes dibujar o hacer retratos en cualquier parte podrás lograrlo.

Fotógrafo: Ya te contamos nuestra experiencia, para nosotros fue 100% efectiva.

Nómada digital: Conocemos mucha, pero muchísimas personas que sólo necesitan de una conexión a internet para hacer su trabajo bien remunerado. Diseñadores, contadores, productores, consultores, entre otros. En Nicaragua conocimos a un corredor de bolsa y una arquitecta que viajaban en una kombi con 4 perros recogidos de la calle, uno de ellos sin una pata. Sólo necesitaban una conexión a internet para hacer su labor.

Voluntariados: Consigue un trabajo a cambio de alojamiento, comida y la oportunidad de vivir una experiencia real. Plataformas como Worldpackers te ayudan a gestionar y escoger tu mejor opción. Lo hostels casi siempre son la opción favorita de quienes viajan haciendo voluntariados.

Y la lista es interminable. Lo más difícil de todo es dar el primer paso, superar el miedo de saltar al vacío viajero. Pero si lo haces y trabajas por lograrlo, ya verás como a fuerza de buenas ideas y constancia podrás lograr abrir tu propio paracaídas y disfrutar de tu vida en los caminos del mundo.

Voluntariado en Casa Guatemala

Voluntariado en Tierra Bomba, Cartagena

¿Conoces alguna otra forma de ganar dinero en el camino? ¿Has viajado y tienes una historia para contarnos? Déjala en los comentarios, nos gustaría conocer tu opinión y que los lectores de este post puedan aprender de tus inquietudes o experiencia.

Cuando nos sentimos libres, cada mañana podemos decirnos a nosotros mismos: este día nos pertenece, esta es la vida que queremos vivir y no la que el sistema nos impone.

Gracias por leer y compartir.