Hay lugares cuya magia consiste en no permitir que el tiempo avance por sus calles. En estos lugares la vida es lenta, los afanes no son bienvenidos y la tranquilidad es el idioma que todos hablan.

Jardín es uno de ellos. Este municipio cafetero, enclavado en las montañas del sur oeste del departamento de Antioquia, es la muestra de que el progreso se puede medir en la calidad de vida de las personas y no en la cantidad de edificios que se construyan en su territorio.

Este quizá sea uno de los pueblos mejor bautizados en el mundo. Su nombre le hace honor a la belleza de sus calles, a las fachadas coloridas de sus casas llenas de flores de todos los colores y a los guayacanes florecidos de violeta y amarillo intenso que reciben a los visitantes desde la entrada.

Por sus calles no circulan buses ni taxis; la vida calma y el pequeño espacio  que ocupa el pueblo los hacen innecesarios. Los mototaxis o tuk tuks, coloridos como todo en Jardín, recorren el municipio transportando a los lugareños.

La totalidad de la población de Jardín, Antioquia, no alcanzaría ni siquiera para llenar dos tribunas de las cuatro que tiene un estadio de fútbol como los de Bogotá, Medellín o Cali. En el pueblo, según los datos del último censo, viven 14.000 personas, divididas en partes exactamente iguales: 7000 hombres y 7000 mujeres.

Si algún día viaja a Medellín, no dude en recorrer los 134 kilómetros que lo separan de este impresionante pueblo que recomendamos como de visita obligada.