“Describir un viaje por Costa Rica no es una labor fácil”, decíamos caminando por uno de los senderos boscosos del Parque Nacional Manuel Antonio, ubicado en la zona pacífica central del país.

Es difícil encontrar los sinónimos suficientes para no decirle a cada lugar que es un paraíso, o que cada rincón de este país es una joya natural. Lo que pasa, concluíamos ese día soleado de playa y selva, es que cada lugar de esta tierra parece ser más hermoso que el anterior. Y es que cada playa, cada selva llena de animales que llegan curiosos a saludarte, cada pueblo y cada catarata lo dejan a uno sin palabras.

Al parque Manuel Antonio llegamos desde Quepos, una ciudad costera con uno de los puertos más importantes en el pacífico costarricense. Allí dejamos La Jebi estacionada, pues los 320 colones que vale el bus por el recorrido de cinco kilómetros de distancia hasta el Parque Nacional es un precio muy inferior a lo que costaría la gasolina.

La ruta era un excelente preámbulo. A medida que el bus iba ascendiendo por la carretera, los miradores revelaban un mar azul que nunca habíamos visto en el pacifico, con pequeñas islas cercanas y playas extensas con visitantes que llegaban a disfrutar del sol.

El precio de la entrada al parque es, a nuestro criterio, exagerado para extranjeros. Mientras los ‘ticos’ deben pagar 1800 colones (unos 3 dólares más o menos), nosotros tuvimos que bajarnos de 16 dólares cada uno. Sin embargo, si uno no hace el esfuerzo económico de pasar por estos lugares, seguramente en el camino llegarán los arrepentimientos, cuando otros viajeros te hablen de las maravillas que te perdiste.

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El parque Manuel Antonio es uno de los destinos de viaje más famosos de Costa Rica. En 2011, la revista Forbes lo incluyó en su lista de los 11 parques más bellos de todo el planeta. Y con toda razón. El fácil acceso que este lugar tiene para recorrer sus senderos selváticos llenos de fauna en cada rincón, y paso seguido poder disfrutar de playas de arena blanca y aguas cálidas que se funden con los árboles de la selva, son motivos de peso para ubicarse en este ranking.

Los atractivos principales del Manuel Antonio son sus ocho senderos que conducen a lugares como cascadas, playas exóticas y miradores para avistar tanto los animales como el paisaje.  Están tan bien diseñados los senderos del parque, que cuando uno camina por ellos se siente mimetizado entre esa naturaleza pintada por tantos tonos diferentes de verde.

Nosotros anduvimos por los que conducen a la Playa Manuel Antonio y al mirador Punta Catedral. Son caminos en los que uno siente una armonía total con el medio ambiente y que le hacen pensar al visitante que cada centavo de lo que paga por su entrada está bien invertido.

Ya en la playa, cuando habíamos extendido pareo y sacado las cosas para disfrutar del día y descansar de las caminatas, pasamos mucho tiempo vigilando nuestras pertenencias para que no se las robaran las decenas de monos y mapaches que ya están tan acostumbrados a la visita de los humanos, que a cualquier descuido se lanzan sobre sus cosas para robárselas. Incluso, vimos mapaches abriendo maletines para sacar bolsas con comida.

A las 4:00 p.m., hora en que cierran el parque, salimos cansados y asoleados rumbo a Quepos, pero comentando en la caminata y el bus de regreso la tremenda experiencia que acabábamos de vivir. Una de esas que sólo en Costa Rica hemos encontrado, conociendo libres a los animales que crecimos viendo entre rejas para divertir indolentes.

Y como siempre, les queremos mostrar las mejores fotos de nuestro paso por este lugar en ESTA GALERÍA

Le podemos decir un millón de veces a Costa Rica que es un paraíso y no nos vamos a cansar. Lugares como estos nos van a hacer recordar este país por el resto de nuestras vidas y recomendarlo a viajeros de todo el mundo para que lo incluyan en sus rutas. Y claro, querer volver cuantas veces sea posible.