A Manuel sus amiguitos le dicen Mamut porque su tamaño les resulta exagerado para un niño de su edad. No sobrepasa los 10 años y a simple vista puede medir casi el doble de estatura que los demás niños con los que juega fútbol. Aprovecha su tamaño para derribar a sus rivales como si fueran juguetes y le pega al balón con una fuerza que muchos adultos envidiarían.

‘Mamut’ y casi 30 niños más visten los colores que identifican a la fundación Goles por la Paz, una iniciativa filantrópica liderada por Milo y Tim, dos ingleses viajeros que se asentaron en Colombia y hoy combinan su pasión por los viajes con el amor por los niños y las ganas de ayudar a comunidades vulnerables.

Estos dos británicos son los dueños de Kasa Guane, uno de los hostels más reconocidos en Bucaramanga, y cada sábado, con la frecuencia de un devoto que no le falla a su iglesia,  se internan en Olas II, una ‘favela’ de la capital santandereana donde manda la ley de más fuerte y la pobreza es el lenguaje que todos hablan.

A Olas  II llegamos en nuestro cuarto día de estadía en Bucaramanga, como voluntarios de la fundación Goles por la Paz, el día del debut de sus tres equipos de niños y niñas en un torneo local. Aquella mañana, víspera de la celebración de Amor y amistad en Colombia, mi labor consistió en acompañar a los chicos a la cancha, ayudarlos con sus uniformes, mochilas y botellas de agua, mientras Lina se quedaba en el barrio ayudándolos a hacer tarjetas para sus madres y enseñándoles juegos.

Esa mañana de sol ardiente aprendimos viendo a estos niños correr felices tras un balón, que vivir viajando debe ser un privilegio que traspase las playas, los paisajes, las fiestas y las grandes ciudades, para aterrizarnos a las realidades locales y dejarnos permear de sus experiencias de vida.

Los días anteriores fuimos huéspedes de Milo y Tim en su casa y en su hostel, al que llegamos sin mayor referencia que su dirección y la fama que lo precede en toda Colombia por hacer aventuras extemas como escalada y parapente.

  • Buenas tardes. Mirá, nosotros somos viajeros, vamos en este carro hasta Alaska y somos fotógrafos profesionales. Cambiamos nuestro trabajo fotográfico por hospedaje….
  • Llegaron justo a tiempo muchachos, parecen que los hubiéramos llamado. Estamos necesitando unas fotos para el espacio del bar y algunas comidas de la carta. Le voy a avisar a los dueños que ustedes están aquí y seguro los dejan quedar.

Horas después de esta conversación, con Jenny, recepcionista del hostel Kasa Guane, ya teníamos una habitación, baño, cocina y un lugar donde mantener segura a La Jebi.

Habitación reservada para Renunciamos y Viajamos

Y como lo habíamos pactado, esa noche el obturador de nuestra cámara estuvo trabajando en la noche de micrófono abierto del bar del hostel, donde los asistentes cantaban acompañados en la guitarra por el músico de planta.

El resultado fue tan satisfactorio para nuestros anfitriones ingleses, que nos invitaron a pasar la noche en su casa y nos llevaron como voluntarios y fotógrafos al debut de sus equipos de Goles por la Paz.

En Bucaramanga fuimos testigos de cómo estos chicos que nacieron abandonados por el Estado pueden ser felices tras una pelota y creen en un futuro forjado con disciplina y ganas de alcanzar logros.

Para nosotros, una nueva revelación apareció: si confiamos en nuestros talentos y queremos ayudar a otros, siempre vamos a recibir lo mismo, así funciona el boomerang de la vida. Así funciona la vida de viaje.

BONUS TRACK A BORDO DE PATINES

El Roller Derby tocó de nuevo la puerta de nuestro viaje, y claro, Lina acudió sin pensarlo. Luego de dos meses sin patinar, nuestra viajera se calzó sus quads y fue a entrenar con las chicas de Pink Sucks, el equipo local.

Tras la jornada dimos un paseo por el municipio de Girón y conocimos un nuevo proyecto viajero que se cocina en Bucaramaga, y que estamos seguros va a ser un éxito en Suramérica. A las chicas patinadoras muchas gracias por acogernos, en especial a Yuya. A La Vagoneta, nos vemos para el cartagenazo.